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El mito de creación heliopolitano: la enéada

Actualizado: 6 feb 2023

En el antiguo Egipto existían diferentes mitos relacionados con la creación. Hoy voy a hablar del que quizás sea el más importante de todos ellos: la enéada de Heliópolis.


Según este mito, al principio de los tiempos no existía nada salvo las oscuras y profundas aguas de Nun. Dentro de ellas había un huevo perfecto y, atrapada en él, una chispa de vida. De repente y de forma inexplicable, el huevo se abrió, la energía de él salió y un montículo surgió de las aguas. Sobre este montículo primigenio apareció Atum, quien se había creado a sí mismo y quien ahora brillaba como el sol, trayendo luz al nuevo mundo.

Sobre esta creación y la colina primigenia se nos habla en los Textos de las Pirámides del Reino Antiguo, en los Textos de los Ataúdes del Reino Medio, en diferentes textos funerarios del Reino Nuevo y en el Papiro Bremner-Rhind, de época ptolemaica.

Enéada heliopolitana dioses
Dioses del mito de creación heliopolitano

En un momento determinado, Atum, en soledad, se masturbó y de su semen nacieron dos hermanos: Shu y Tefnut. Por ello, Atum es considerado el padre de los dioses. Debido al dualismo con el que los egipcios concebían muchos aspectos de la vida, la mano de Atum pasó a ser su parte o elemento femenino. Ya en el Reino Medio, la mano de Atum se separó en dos componentes distintos: Iusaas, que representa el crecimiento, y Nebethetep, que representa la abundancia.

En cuanto al nacimiento de Shu y Tefnut, la teología menfita del Periodo Tardío y el papiro Bremner-Rhind nos cuentan que antes de eyacular, Atum metió su pene en la boca y ésta funcionó a modo de útero.


Un día, Shu y Tefnut desaparecieron, y Atum mandó que su ojo les buscara. Éste les encontró en las aguas profundas de Nun y Atum lloró copiosamente cuando volvió a verlos. De estas lágrimas derramadas nacieron los hombres y mujeres. Así, comenzó una etapa de convivencia entre los humanos y los dioses en la colina primigenia.


Shu y Tefnut tuvieron a su vez dos hijos: Geb, quien se convirtió en la tierra fértil, y Nut, la diosa del cielo. Nut y Geb fueron separados y el cuerpo de ella se curvó, apoyando manos y pies en la tierra indicando los cuatro puntos cardinales. Así, el cuerpo de Nut separaba el mundo de las aguas caóticas de Nun. Por su cuerpo brillaban las estrellas de la noche y el sol del día.

¿Por qué fueron separados Geb y Nut? Existen varias versiones: la primera nos cuenta que se pelearon y por eso fueron separados por la atmósfera; la segunda, que cuando Shu vio el amor mutuo que sentían sus hijos los separó por la fuerza; una tercera versión nos cuenta que al estar tan juntos Nut no podía parir a sus hijos y Shu les separó para que pudieran tenerlos.


Los hijos de Nut y Geb fueron cuatro: Isis, Osiris, Neftis y Seth. Así se completó la enéada heliopolitana. Cabe mencionar aquí que el nueve era un número importante, pues era tres veces tres (el número que significa pluralidad) y por lo tanto representaba el "todo".


Por otra parte, el mito heliopolitano nos habla de la organización esférica del cosmos egipcio que después se verá reflejada en la propia arquitectura de los templos.

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