Neithhotep fue una reina de la I dinastía egipcia, la primera mujer de la que se tiene constancia histórica en el mundo y, posiblemente, la primera monarca femenina de la historia.
Parece que fue esposa del faraón Hor-Aha y madre y regente de su sucesor Djer. Pero ciertas pruebas arqueológicas parecen indicar que no sólo fue una reina consorte o corregente, sino que pudo haber gobernado en el país del Nilo.
Su nombre, que significa “Neith está satisfecha”, se vincula a la diosa Neith, diosa de la caza y de la guerra. Se trata de una tradición de la familia real de la I dinastía egipcia, en la que varias reinas y princesas llevaban el nombre de la diosa en el suyo propio, como es el caso de Meryneith.
El nombre de Neithhotep aparece en sellos cilíndricos, etiquetas de marfil e inscripciones en cuencos de piedra. Casi todos estos objetos provienen tanto de su complejo funerario como de las tumbas de otros personajes de su familia, como Aha o Djer.
Cuando se descubrió su mastaba se pensaba que era un personaje masculino porque su nombre aparecía en numerosos serekh, una forma rectangular en la que se inscribía el nombre del faraón. A ese símbolo rodeando el nombre de Neithhotep se suma la grandeza de su enterramiento, que consta con un templo funerario propio y que en su momento parecía sólo apropiado para un gobernante masculino. Pero es que además existen unas inscripciones en el Wadi de Ameyra que nombran a Neithhotep como responsable de una expedición que fue hasta allí para conseguir recursos. Todo ello apoya la teoría de que no era simplemente una corregente, sino que su poder fue efectivo como gobernante del país.
La tumba de Neithhotep fue descubierta en 1897 por el arqueólogo francés Jacques de Morgan en Nagada. Posteriormente, John Garstang volvió a excavar la tumba en 1904 y descubrió cientos de objetos que habían sido ignorados en excavaciones anteriores.
La superestructura estaba formada por una gran mastaba de 57 x 27 metros construida con ladrillos de barro y cuyas paredes eran las típicas fachadas palacio con entrantes y salientes. Además, todo el complejo funerario está rodeado por una gran muralla.
La tumba había sido expoliada en la antigüedad, pero de ella se rescataron placas de marfil, paletas cosméticas, vasijas, etiquetas de marfil…
Desafortunadamente, todo el complejo funerario está destruido en la actualidad debido a la erosión, pero parte de su ajuar funerario se conserva en el Museo de la Universidad de Liverpool (Reino Unido).
Bibliografía: TYLDESLEY, Joyce: Chronicle of the Queens of Egypt, 2006.
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