El periodo de Amarna es una etapa histórica que forma parte del Reino Nuevo egipcio. Es un momento de especial interés por suponer una gran ruptura en la cultura y civilización del Antiguo Egipto. Este periodo está protagonizado por el gran faraón Akenatón o Amenhotep IV, casado con la famosa reina Nefertiti.
Durante la XVIII dinastía, sobre todo durante el reinado de Amenhotep III, se produce un creciente auge de los cultos dirigidos al Sol que verá su apogeo durante el reinado de Amenhotep IV.
Al principio de su reinado, Akenatón reside en Tebas llevando a cabo importantes cambios, como la instauración del culto monoteísta o henoteísta al dios Atón y la construcción de varios templos en su honor, intentando eclipsar el poder del dios Amón. Atón abandona toda forma humana y se representa como un disco solar cuyos rayos se convierte en brazos que abrazan su creación y que dan todo su poder al faraón.
En el sexto año de su reinado, Akenatón traslada la corte a Aketatón, cerca de la actual Amarna, una ciudad planeada por él y construida para el dios Atón. Abandona así Tebas y todo vínculo con ella y con su dios, Amón. Es entonces cuando Amenhotep IV cambia su nombre por Akenatón, que significa "servidor de Atón", y se desliga del culto al dios Amón, destruyendo su nombre e imágenes. Desde ese momento Akenatón y Nefertiti se convierten en los únicos intermediarios entre el "dios único y universal" y la Creación.
Esta "revolución" o "ruptura" será notable en todos los aspectos: por supuesto, en el aspecto religioso con la instauración de ese culto “monoteísta”; en el arte, con la creación de un nuevo canon y estilo y el cambio temático de las escenas representadas en las paredes de tumbas y templos; y en la literatura y en el uso del lenguaje diario como lengua escrita.
La sucesión de Akenatón es un tanto controvertida. Por una parte, parece que le sucede Smenkaré, una figura que podría ser masculina o femenina, pudiendo ser incluso la propia Nefertiti. La reciente teoría de Angenot declara que dos de las hijas de Akenatón le sucedieron en el trono en un reinado conjunto, algo insólito en la historia del antiguo Egipto. Sea como fuere, posteriormente será faraón Tutankamón (1335-1325 a.C.), quien, bajo la influencia del divino padre Ay, promulgará un edicto de restauración de los cultos tradicionales, volviendo así Egipto a sus creencias anteriores a la ruptura de Amarna, aunque realmente las consecuencias fueron notables. La residencia real se trasladará a Menfis y durante un tiempo Tebas recuperará su poder, aunque posteriormente la capital será trasladada al Delta.
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